
ELLA Y SU CAMINATA DE RECUERDOS
Ella se levantó temprano como siempre
y salió a caminar por su amada Buenos Aires.
Sus pasos la llevaron a la Avenida Corrientes,
allí donde el perfume se recuesta en la calle.
Allí donde las luces mezclan la esencia
de la cándida luna, emborrachada de anhelos;
allí donde se yerguen en brillante presencia,
teatros, librerías, cafés, confiterías… ¡El Pueblo!
Allí donde los árboles se fueron a otra parte,
donde el bullicio es constante, donde la calle no duerme;
donde los aromas y las luces palpitan en el aire
y donde un sol de nostalgias, también a veces crece.
Ella camina lento remontando un cometa de recuerdos,
buscando a cada paso los duendes de otras horas;
añorando otras cosas que no están como otros tiempos,
y mientras piensa, duele el aguijón verdugo del espejo.
Ya no están muchas cosas porque todo es moderno
y sus ojos se clavan en el sol de un letrero;
ese que le acerca el temblor de los recuerdos,
porque frente a ese cartel, le dijeron “Te quiero”.
Ahora ya no escucha el hilván de las palabras
que un día, ya hace tiempo, al oído le dijeron…
Tal vez en un viejo tranvía se marcharon lejos
a dormir el sueño que señala el progreso.
En el azul del cielo las estrellan a raudales
titilan, al compás de las luces de su calle Corrientes
y en su propio diccionario que almacena soledades
recuestan los duendes, un cansancio permanente.
Y ella evoca la cita donde un día lejano
escuchó en sus oídos los primeros “Te quiero”;
donde casi con miedo le tomaron sus manos
y donde ella quisiera que le ocurra de nuevo.
© 2008 Alma Mateos Taborda (princesa_azul)
Ella se levantó temprano como siempre
y salió a caminar por su amada Buenos Aires.
Sus pasos la llevaron a la Avenida Corrientes,
allí donde el perfume se recuesta en la calle.
Allí donde las luces mezclan la esencia
de la cándida luna, emborrachada de anhelos;
allí donde se yerguen en brillante presencia,
teatros, librerías, cafés, confiterías… ¡El Pueblo!
Allí donde los árboles se fueron a otra parte,
donde el bullicio es constante, donde la calle no duerme;
donde los aromas y las luces palpitan en el aire
y donde un sol de nostalgias, también a veces crece.
Ella camina lento remontando un cometa de recuerdos,
buscando a cada paso los duendes de otras horas;
añorando otras cosas que no están como otros tiempos,
y mientras piensa, duele el aguijón verdugo del espejo.
Ya no están muchas cosas porque todo es moderno
y sus ojos se clavan en el sol de un letrero;
ese que le acerca el temblor de los recuerdos,
porque frente a ese cartel, le dijeron “Te quiero”.
Ahora ya no escucha el hilván de las palabras
que un día, ya hace tiempo, al oído le dijeron…
Tal vez en un viejo tranvía se marcharon lejos
a dormir el sueño que señala el progreso.
En el azul del cielo las estrellan a raudales
titilan, al compás de las luces de su calle Corrientes
y en su propio diccionario que almacena soledades
recuestan los duendes, un cansancio permanente.
Y ella evoca la cita donde un día lejano
escuchó en sus oídos los primeros “Te quiero”;
donde casi con miedo le tomaron sus manos
y donde ella quisiera que le ocurra de nuevo.
© 2008 Alma Mateos Taborda (princesa_azul)
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