
AMOR DE OTOÑO
Yo te encontré cuando el otoño,
ponía su impronta en nuestras venas,
y un sublime aletear de mariposas,
encendían hermosas primaveras.
Yo te encontré cuando la luna,
despuntaba su gris plata entre mis huesos;
cuando en octubre salpicaba de capullos,
la rosa avergonzada de los tiempos.
Yo te encontré dibujándote en mi huella,
cuando fijabas residencia en mi cabeza
Me cautivó tu voz de enredadera,
Y tus modos gentiles y perfectos…
Y un día, cuando menos lo pensaba,
te hallé en mi corazón lustrando sueños
como un habitante predilecto.
Alojabas en él, dulces recuerdos
y borrabas calendarios de silencios,
con la magia de toda tu ternura.
Un vuelo de gaviotas se agitaba
sobre el hilván de una esperanza nueva,
la juventud volvía con el alba,
y el alba perfumaba los encuentros.
Yo tenía claveles en el alma
Y tú golondrinas en el pecho.
Yo te encontré cuando el otoño
se atrevía a gestar las primaveras,
nos encontramos cuando los pimpollos
lucían sus corolas sin vergüenza,
y cuando el amor divulgaba su alegría
y encendía un cielo de luciérnagas.
© 2008 Alma Mateos Taborda (princesa_azul)
Yo te encontré cuando el otoño,
ponía su impronta en nuestras venas,
y un sublime aletear de mariposas,
encendían hermosas primaveras.
Yo te encontré cuando la luna,
despuntaba su gris plata entre mis huesos;
cuando en octubre salpicaba de capullos,
la rosa avergonzada de los tiempos.
Yo te encontré dibujándote en mi huella,
cuando fijabas residencia en mi cabeza
Me cautivó tu voz de enredadera,
Y tus modos gentiles y perfectos…
Y un día, cuando menos lo pensaba,
te hallé en mi corazón lustrando sueños
como un habitante predilecto.
Alojabas en él, dulces recuerdos
y borrabas calendarios de silencios,
con la magia de toda tu ternura.
Un vuelo de gaviotas se agitaba
sobre el hilván de una esperanza nueva,
la juventud volvía con el alba,
y el alba perfumaba los encuentros.
Yo tenía claveles en el alma
Y tú golondrinas en el pecho.
Yo te encontré cuando el otoño
se atrevía a gestar las primaveras,
nos encontramos cuando los pimpollos
lucían sus corolas sin vergüenza,
y cuando el amor divulgaba su alegría
y encendía un cielo de luciérnagas.
© 2008 Alma Mateos Taborda (princesa_azul)
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