
Todos aman a la luna con sus vigilias nocturnas
adoran sus cuatro fases, sus cuartos y luna llena;
sin embargo, nadie sabe cuál es mi mágica luna,
la más alegre y sencilla, la más dulce y la más buena.
Luna del Castillo Blanco, la luna más noble y bella,
que un día asomó de pronto por senderos de la vida;
mi amistad le hizo la fiesta, con alegrías y penas
y me brindó para siempre su preciosa compañía.
Luna de noche y de día, la luna que no se esconde,
la que me extiende la mano cada vez que la preciso.
Siempre me escucha serena y lo que es justo responde;
Luna del Castillo Blanco es su nombre y apellido.
Yo la decreté mi amiga, mi amiga dulce y sincera,
yo la convertí en mi hermana, en mi hermana de la vida,
con ella no temo a nada, su bondad me hace más buena,
con ella me siento fuerte y sin ella estoy perdida.
No hay luna más linda y noble que tú, Lunyta querida,
mi amiga y mi consejera, manantial de paz y risas,
la hermana que yo añoraba, la que me brindó la vida
la que sabe como nadie de amistad en lejanía.
Ilargi Jaureguizuría, Luna del Castillo Blanco
aquí estaré siempre, amiga, extendida en un abrazo,
más allá de la distancia, siempre con el gesto franco,
con el cariño de siempre, más allá de los ocasos.
Ay luna, lunita luna, Luna del Castillo Blanco
la que acompaña de día, la que ilumina de noche,
la de diadema de flores, la de zarcillos plateados…,
no olvides cuánto te quiero, en tu día de cumpleaños.
© 2010 Alma Mateos Taborda (princesa_azul)